En la Borda Xixerella nos ha llegado la trufa negra de invierno.
Orígenes de la trufa
Los orígenes documentados de la trufa se remontan al antiguo Egipto, hacia 1500 AC, donde era consumida y muy valorada por los faraones. También los griegos y los romanos la utilizaron en su cocina. Cuentan que Nerón la definió como “manjar de los Dioses”.
Durante siglos sedujo a los más diversos estamentos de la sociedad, desde reyes a cocineros y filósofos, tanto que se difundieron leyendas sobre su supuesto origen divino. En la antigüedad este ingrediente se consideró afrodisiaco y medicinal y su consumo por parte de la nobleza fue frecuente.
En la época de la Ilustración comenzó el estudio científico de la trufa y de sus diferentes especies. Se dice que el mismísimo Napoleón Bonaparte fue un gran amante de la trufa negra. El filósofo gastronómico y jurista francés Anthelme Brillat-Savarin la bautizó como “el diamante negro”. En estos años se descubrió también que este alimento podía ser cultivado.
La Exposición Universal de París, en 1855, contribuyó de forma importante a la popularización de la trufa negra.
En principio este alimento solo se encontraba de modo salvaje, pero a lo largo del siglo pasado comenzó a cultivarse en plantaciones a través de la denominada truticultura, presente ya en bastantes países. Hasta el día de hoy mantiene su misterio: los científicos no se ponen de acuerdo sobre si es un tubérculo o un hongo.